La inexistente enciclopedia de la Fórmula 1, dice: MONACO, fiesta anual del jet-set, la sofisticación y el glamour. La muestra de una jornada para millonarios, estafadores bien vestidos y el resto de la fauna que vive de los tontos. Más o menos así. La jornada del último domingo ni siquiera cumplió con esa tradición de tantos años mejores.
La lucha en la pista, que es lo que le interesa a la gente aficionada a las carreras de autos, este año estuvo circunscripta a 4 autos, lo que no sirve para una buena competición. Monaco se redujo a 2 autos y, para peor, del mismo equipo. Que, además, ya tiene un orden establecido para los resultados. De todo ello salió un Monaco totalmente devaluado, sin gracia y bajo un cielo gris que recién se iluminó cuando terminaba la -digamos- carrera más representativa de una F-1 que, como vemos, hace agua vertiginosamente.