14 de Julio de 1951 – 14 de Julio de 2011
Las famosas Alfettas de Alfa Romeo estaban terminando su período de gloria con la fórmula de 4.500 cc con aspiración normal y 1.500 con compresor. Con ésta opción el auto había ganado casi 30 carreras.
Cuando Fangio fue distinguido con la contratación de Alfa, se dio cuenta que al tener que detenerse para cambiar gomas y reabastecerse, las Alfettas tenía poca vida. Las Ferrari andaban sin tener que ir a los boxes y, además, con Pepe y Ascari la amenaza era seguramente una realidad para 1951.
El 14 de julio de ese año se corría el GP de Inglaterra en Silverstone. Un aeródromo secundario durante la Guerra Mundial que ya era famoso como circuito. Pepe y Juan llegaron con su Alfa Romeo Sprint -el que Juan le reclamaba la mitad de lo que costaba, pero se lo había prestado la fábrica- desde el Continente. Pero antes de ir al hotel se dieron una vuelta por el circuito, porque Fangio quería ver con tiempo cómo andarían. Pepe alcanzó casi 160 km/h, de promedio. A las pocas vueltas Fangio, que no había dicho nada hasta el momento, le comentó: ”Vamos, Gordo…Ya está. El sábado haces el mejor tiempo y el domingo ganás vos”.
Y así fue. Como lo predijo el sabio. Pepe obtuvo la primera carrera por el campeonato mundial, iniciado el año anterior, para Ferrari y a los 27 años de edad le cortó a Alfa Romeo un invicto de 27 carreras consecutivas, desde 1946.
Cuando llegó a Maranello, Don Enzo ya tenía la foto enmarcada de la llegada detrás de su escritorio y le regaló un reloj de oro. Poco, si lo vemos a través del tiempo. Si en lugar de Pepe hubiera sido Ascari, hubiera colocado, -por lo menos-, una placa recordativa en Maranello. Pero Pepe nunca tuvo noción de lo que valió su carrera deportiva.
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“Querido estaba todo el mundo. Los Príncipes, los Condes, tipos con polleritas, viejas con sombreros con plumas. Sonaban marchas por los altoparlantes…y faltaban como 5 minutos para la largada. Los motores chillaban como cuando le tiras la cola a los chanchos…¡Tenía unos nervios, que caminaba para todas partes!”.
Era el 14 de julio de 1951 y se corría el GP de Inglaterra por el campeonato mundial, en Silverstone. Froilán sigue contando: “En medio de ese loquero -faltaban 5 minutos para largar- empezó una sirena que me volvió loco…sentí un dolor de barriga que casi me doy vuelta…Miré desde el box y vi justo una casilla de madera en el pasto. Le tiré un manotón a un cacho de diario que tenía mi mujer y me zambullí adentro. Alcancé a ver a dos viejas que charlaban al lado de la puerta. ¡Para que te cuento!…Estaba hinchado por los nervios…La explosión se oyó hasta en la pista…Salí más rápido que cuando entré…Las dos señoras se agarraban los sombreros porque casi se les vuelan…Me acuerdo que alcancé a ver un cartelito que decía LADIES…¿Qué sabía que era un baño para mujeres…?”. La primera victoria de Ferrari en el campeonato mundial de Fórmula 1 empezó así…Pepe…Pepe.
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En los comienzos de la década de los 50, Froilán viajaba seguido a Inglaterra donde quedó como un ídolo. Un día ganó 3 carreras. Era más famoso que Juan. Pero Pepe no se preocupaba por esas cosas.
Había salido con Amalia, su mujer, desde Milano para ir a Londres con su Fiat 1100 y se empezó a cansar de tanto viaje. Pepe no tenía mucha paciencia. Y como se cansaba, se distraía. Al bajar del ferry encontró el camino y comenzó a darle. En eso estaba, cuando en un sector del campo, de lejos, vio que se acercaba un auto de frente. ”¡Querido, qué julepe!”…., recuerda. Le grité a Amalia: ¡Mirá ese bol…andando de contramano!…”. Amalia, pobre, alcanzó a gritarle: ¡”Pepe, nosotros andamos de contramano…!”. Pepe no tenía ni idea que andaba por Inglaterra…
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En los paseos aeróbicos que hacían Pepe y Juan por Milán, -como parte del entrenamiento de las primeras épocas, que duraron poco- todos los días hacían un mismo recorrido que pasaba por el bonito zoológico de Milan, muy arbolado. Después de pasar por allí, Juan notó que los monos de la gigantesca jaula que estaba cerca de la vereda, armaban un alboroto terrible. Juan, un especialista en encontrar detalles para analizar, se preocupó. Y descubrió lo que pasaba. Al salir del hotel, Froilán se llenaba los bolsillos con aspirinas y se las tiraba a los monos. ¡Cómo chillaban…!
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Otra de los viajes de Pepe y Juan desde Milán a Londres. Andaban con el Alfa Sprint por un camino de campo lindo, asfaltado. Un poco rápido -como siempre- y con tránsito pesado. Era de ida y vuelta, no autopista.
Iba todo tranquilo, cuando a lo lejos ven un auto detenido justo en un puente chiquito, y un señor, agachado, poniendo un crique. Pepe dice: “Che, Juan…¿Ese desgraciado pinchó justo en el puente…? ¿Por dónde pasamos…?”. Juan no le contesta. Cuando manejaba, no hablaba.
No hay tiempo para nada. Lo único que se puede hacer es apuntar bien, así como vienen. Juan calcula justo. Quedan el hombre que los ve venir junto a la baranda del puente, el auto con 3 ruedas apoyadas, el Alfa a mil y de frente un auto que viene.
Segundos después, Juan sigue mirando para adelante, pero Pepe se da vuelta. En ese preciso momento se caía el crique. El pobre hombre se agarraba la cabeza con las dos manos y miraba su autito. Entero.
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Se está por terminar la prueba de clasificación para el GP de Bélgica. Pepe, junto con Ascari y Villoresi, se van del circuito de Spa-Francorchamps y al prepararse para cruzar el guard-rail se oye un motor que anda a mil. Y Pepe, que había hecho el mejor tiempo, les grita: “¡Guarda que se viene el loco…!”. Y Juan pasa para hacer la pole, en el último instante.
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La empresa Ferrari festeja un acontecimiento con un desfile y paseo de todas sus máquinas por Maranello. Las de antes y las de ahora. Se mezclan pilotos y autos de todos los años en un ruidoso festejo seguido por una multitud.
Parado junto a su 375 4.5 L está Pepe y delante de él Michael Schumacher con la de sus triunfos notables. Pepe le dice querido y el alemán no le entiende nada. Es un diálogo de sordos, pero entre dos pilotos de esa categoría hay un idioma universal. Schumacher mira con atención el auto de Pepe y le dice: “González yo no sé como hacían para manejar esos autos…” Y Pepe, al toque, le responde: ”Y yo tampoco el tuyo, porque no se computación…”.