Desde la II Guerra Mundial Silverstone -que fue aeródromo auxiliar de la RAF- no pasó por momentos ni tan peligrosos ni tan lamentables como en este Gran Premio de F1. La categoría fundamental del automovilismo fue, es y seguirá siendo, una mezcla rara de emoción, valentía y de una improvisación que no se hubiera soportado en otro tipo de espectáculo de los denominados deportivos.
No vamos a pontificar sobre un tema tan conocido, elogiado y criticado hasta la fatiga. Este circo romano sin Roma demostró ahora la falta de seriedad de sus dirigentes, del desinterés por la salud de los pilotos y de la multitud de personajes que trabajan de técnicos sin tener la menor idea de lo que hacen en lo mecánico y en lo humano. Que se destrocen 4 neumáticos trasero izquierdo a 4 autos de distintos equipos, pero de idéntica performance, a velocidades que superan los 300 km/h, ni es una hazaña de los que manejan, ni ponen en tela de juicio el valor que significa estar sentado y atado en un aparato que queda en mano de Dios y, en un último término tampoco es un espectáculo elogiable. Es, directamente, jugar contra el Destino y una demostración de ineptitud técnica del fabricante. Del tema se habló mucho en las útimas semanas.
La carrera se transformó en un espectáculo conmovedor por la aparición clásica de la escuadrilla de Red Arrows de la RAF, que provoca una aceleración de ritmo cardíaco y prepara para lo que viene a continuación. Los Mercedes de la punta llegaron a la primera curva pero Vettel los pasó y , mientras las gomas siguieron redondas, la carrera fue linda porque Silverstone es de los circuitos de antes y permite mucho movimiento. En la octava vuelta le desapareció la goma trasera a Hamilton y allí llegó el desconcierto por que le pasó lo mismo a Massa, Vergne y Sergio Perez. Entraron a la pista como diez obreros para juntar los pedazos de caucho mientras los autos seguían en carrera…El caos.
A partir de allí comenzaron las comunicaciones de radio y el tránsito fue en la calle de boxes, que parecía el centro porteño por la mañana. Y se agregaron órdenes de doblar pero sin tocar los pianitos…El humor inglés en su máxima expresión. Vettel, que estaba primero y lejos, sufrió un problema mecánico, perdiendo una carrera que ganaba fácil. Atacaron todos y la mezcla fue total.
Asi llegó el final con Rosberg, Webber, Alonso, Hamilton, Raikkonen (25 carreras en los puntos), Massa, Sutil y el resto. En ningún momento la carrera pareció Made in England.
Y para nosotros lo triste fue el económico recuerdo que le hizo Ferrari a Froilán González. Stefano Domenicalli dijo algunas palabras, en un rincón sin gente y sólo con un mecánico sosteniendo una chapa amarilla de señales que decía “GRACIAS FROILAN” o algo asi. Nada.