No es tan simple aceptar repentinamente el regreso de Michael Schumacher a la actividad. Es, tal vez, muy divertido para los aficionados pero si se analiza desde el punto de vista del riesgo-beneficio para el piloto y para el equipo Ferrari, ya no es tan simple.
Primero pensemos en Schumy. ¿Qué le falta ganar? ¿Tiene algo para demostrar?. Tiene 40 años de edad y hace dos que no compite. No que haya dejado de andar rápido en auto. Que no corre un Gran Premio de Fórmula 1. Está casi siempre en el box de Ferrari mirando y, tal vez, opinando. Pero eso nada tiene que ver con competir. Del plantel técnico que dispuso durante los 5 campeonatos mundiales que ganó sin pausa ya no están para atenderlo: Jean Todt, Ross Brawn, varios de menor responsabilidad, y el patrón, el que lo debe haber convencido -cheque aparte- y es el dueño del paquete Ferrari: Luca di Montezemolo.
Vamos al auto. Desde que se fueron todos los nombrados, Raikkonen y el pobre Massa luchan por estar, por lo menos, en el medio del pelotón. El auto no se concreta. No anda. No le encuentran la vuelta por lo que se pudo comprobar hasta Hungría con el podio de Kimi. Muy poco o nada.
Schumacher es un fenómeno histórico…¿pero pudo haber sido lo que es con el auto actual y el apoyo técnico actual…? Sin un auto que anda bien, no gana nadie. Esto no es buena voluntad o suerte. Es un conjunto muy dificil de lograr.
¿Qué a la F-1 le falta sal?. Seguro. Creo que nunca se degradó tanto el interés de los aficionados como esta temporada. Y que vuelva Schumy a correr en Ferrari es un recurso publicitario fenomenal para la tribuna. Recuerdo una vez más que la F-1 es un negocio gigantesco que, como otros en todo el mundo, está en crisis económica. Y hay que probar cualquier tipo de solución.
Dicen que los grandes negocios se originan en las grandes crisis. Y los dirigentes de la F-1 son más rápidos que los autos…