Fue campeón argentino de Turismo Nacional y de TC2000. Luego se convirtió en periodista, tarea en la que se destaca desde hace muchos años. Vive y se desvive por el mundo del automóvil, tiene un conocimiento notable de su especialidad y, justamente por eso, a su labor profesional le agrega naturalmente, una importante cuota de sensibilidad. Aquellos tiempos dejaron no sólo recuerdos, también nos dieron gran cantidad de conocimientos acerca de la vida y también de los sentimientos que, finalmente, es lo más importante.
Visitando el Salón del Automóvil de hace un par de meses en La Rural, nos encontramos a un inesperado expositor, más contento que si tuviera en su pequeño stand una 250 GTO. Era Daray exhibiendo una réplica pequeña del inolvidable Ford de Juan Gálvez, rigurosamente pintado con los colores de Atma. Realmente impactante, porque fue retroceder hacia un tiempo inolvidable. Con lógica emoción, Rubén nos contó la historia.
En enero de 1961, en la pedana del Torreón del Monje de Mar del Plata, había una pequeña pista donde autos en escala con motor de 7 HP, daban vueltas conducidos por los niños. Rubén tenía 10 años de edad y pasión por los autos. Le apuntó al de su ídolo, Juan Gálvez. Una cupé Ford 39, con los colores de Atma, su publicidad original. A partir de ese momento, fue dura tarea sacarlo de su pequeño pero gran autódromo. Hasta llegó a ser nombrado instructor por los dueños, para darles lecciones a los chicos con menos conocimientos. Allí comenzaba la historia que está celebrando ahora con algunos años más que entonces.
“En 1974 yo salía con mi Fiat 128 al autódromo de Balcarce, cuando vi que un señor me preguntaba: “¿Te acordás de mi?” Habían pasado muchos años, me resultaba difícil. Pero, de pronto, me dijo:”Soy Julio Labeguere. Te enseñé a manejar con la cupé de Gálvez. Te acordas?” Ese señor, con Enrique Julio Fernández, construía las réplicas, en tamaño pequeño, de los TC de aquella época. Le pregunté dónde podía verla. Me dijo que se había destruido, pero que si la quería así como estaba, me la regalaba y que sería un orgullo que la tuviera yo. Don Julio murió y yo no supe más nada de mi querida cupé Ford. Ahora, a 36 años de aquel ofrecimiento, recibí un llamado telefónico. ”Hola, Rubén, soy Carlos Labeguere, el hijo de Don Julio, quiero cumplir con la palabra de mi padre y entregarte la cupé, como te lo prometió”. Me fui a Mar del Plata. Los hijos y los nietos de don Julio, me ayudaron a cargarla. Un momento inolvidable para mí.
Pero, faltaba el final de la historia. Expuse la cupé en el último Salón, la vio el socio de Don Julio, Enrique Fernández por televisión y se produjo el encuentro. Con sus 87 años de edad me contó toda la historia de Juancito con Atma y hasta me dio una carta, firmada por el querido piloto. Me confirmó además, que la pintura del autito es la misma que utilizó Juan para el auto de carrera…No lo podía creer.
Ahora se puede entender por qué no voy a restaurar el auto. Así quedará. Testigo de una historia de esas que ayudan a vivir…”
Rubén Daray tiene algo importante para compatir.
Ruben q comentario podria dejar solo gracias en nombre de la flia labeguere y como te dije en persona en los 75 años de tc .. el viejo seguro la esta viendo desde arriba … y nadie mas q vos sabes lo q realmente representaste para el ..solo gracias .. gracias y gracias … Carlos Labeguere